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martes, 16 de mayo de 2017

💖 El vuelo de la libélula 💖 Ganadora del premio AmbarAwards

           
                 El vuelo de la libélula                   
                            

1.-Predulio


Londres 1970
Desde niña he sentido una especial fascinación por las libélulas. Algo dentro de mi parece incitarme a involucrarme cada vez más con ellas.
Su iridiscencia, su habilidad al volar, su significado, sus leyendas, su dominio sobre otros insecto. Siempre tan fuertes y especiales.
Mi curiosidad hacia ellas es tal que cualquiera que entrará a mi habitación me creería loca. Parece un pequeño santuario, lleno de todo tipo de colecciones que tenga que ver con ellas. 
Cuadros, dibujos, figuras diminutas, posters, en fin, decenas de curiosidades en forma de libélula. 
Incluso en mi cuerpo luce algo muy peculiar; un discreto lunar con forma de libélula justo en mi cuello, por debajo de la oreja. 
Cada vez que me miro en el espejo, lo contemplo curiosa.
¿Qué relación hay entre mi obsesión y la peculiar forma que tiene ese lunar?
Lo único que sé es que me hace sentir más yo, auténtica, especial, pero sobre todo me infunde seguridad.
Aun tengo presente aquel día cuando  aún era una niña, mientras jugaba en el jardín, no, más bien mientras perseguía eufórica una bella libélula color azúl, con mi largo cabello sujeto en una coleta alta y una linda tiara adornándo mi cabeza. 
Llevaba puesto un coqueto vestido de tul. Mi padre siempre me arreglaba como a una princesa, así solía llamarme él.
Es tan nítido aquel momento, en el cual eramos solo mi padre y yo... sin duda la época más linda de mi vida. Hasta el momento.
Fue entonces cuando inesperadamente un niño muy guapo, rubio al igual que yo, con vestimenta de marinero y  un poco mayor, se acercó a mí llenó de curiosidad hacia el pequeño pero muy especial detalle que se dibuja en mi cuello.
—¿Qué es eso?  —preguntó tocando con su pequeño dedo mi cuello, provocando un cosquilleo extraño en mi.
—Mi padre dice que es un lunar y que tenerlo me hace una niña especial — respondí sorprendida y ,obvio sonrojada.
—Es muy lindo —sus verdes ojos chispearon al responder lo cual me impactó de gran manera—. ¿Cómo te llamas?  —quiso saber.
—Soy Kalie.
La inocencia y seguridad con la que habló me marcó desde ese preciso instante, volviéndonos inseparables. Juntos hicimos tantas locuras que ya hasta perdí la cuenta.
La presencia en mi vida de ese niño con el cual crecí, lo hizo todo más bello y sencillo.
¿Alguna vez conocieron a una persona con la cual que sintieron compenetrados, conectados a tal grado que llegaron a sentirse uno mismo?
Pues así fue mi amistad con Sebastián, ese era su nombre, tan única y auténtica que no necesitábamos decir palabras para comunicarnos. 
Solo bastaba mirarnos para entender lo que cada uno deseaba y quería.
Así de especial fue para ambos. Lo compartíamos todo, pasábamos juntos mucho tiempo, éramos inseparables.
El único secreto que guarde pues nunca me atreví a contárselo cuando nos convertimos en adolescentes, fue que me enamore de él. No quería estropear lo que teníamos... fui cobarde, lo sé.
Lo amé en silencio, alimentándome con la forma en que me miraba, de su trato gentil , del sonido de su voz y, del delicado roce de sus manos cada que me tocaba.
Me pregunto si al igual que yo, se han sentido extraños, ajenos, cómo si no pertenecieran a cierto lugar.
Así me he sentido yo todo el tiempo; tal vez por eso me aíslo. 
Me gusta pasar tiempo en mi habitación, y no tengo interés de relacionarme con otras personas.
Rara vez asisto a fiestas o reuniones sociales, la verdad no es lo mío.
Hay días en los que asistir a clases resulta un fastidio, sé que hablan a mis espaldas y que me consideran la chica rara, aunque creánme que no me molesta por que realmente lo soy.

Si no fuera por que Úrsula, ( mi madrastra) me obliga, yo no pondría un pie en ese inútil lugar. No le encuentro ningún sentido, creo ciegamente que viajar, escuchar música o leer un buen libro puede enseñarme mucho más.
Yo prefiero pasar el tiempo en mis sitios favoritos : mi habitación y el enorme jardín que rodea mi casa, son los únicos lugares donde me siento libre y en paz, sobre todo cuando estoy en contacto con la naturaleza. Me revitaliza, me enamora.
Por suerte Úrsula y Diego, respetan mi espacio aun cuando no tenemos una buena relación. 
De hecho lo que realmente desean es no tener que lidiar conmigo, así que me evitan, cosa que agradezco. Son tan fríos y poco amables conmigo que he llegado a pensar que me odian.
Desde que papá murió, tuve que quedarme al cuidado Úrsula. 
Es tan superficial y egocéntrica que me provoca nauseas. Tiene todo lo que no soporto en una persona.
Respecto a Diego, mi medio hermano, unos años menor que yo, prefiero no comentar mucho. Solo les diré que es caprichoso y mal educado. No puedo estar con él mas de cinco minutos sin que terminemos de pleito. Mi tolerancia para él es casi nula.
Él único que me entendía, mi único amigo, mi persona favorita en este mundo era él. Mi ángel, mi compañía... mí Sebastián.
Extrañamente mi cercanía y obsesión hacia las libélulas se incrementó desde aquel momento en que él me abandonó por causa de esa terrible y rara enfermedad que me lo arrebató todo. Lo más valioso que tenía, lo único que me quedaba, se lo llevó.
Ya han pasado tres años desde que partió, desde entonces siempre me acompaña una de ellas, pero no la misma, estoy segura. 
Llámenme loca pero me susurran cosas, solo que aún no logro entender lo que me dicen. 
Es como si intentaran comunicarse conmigo.
Hay algo en ellas que me atrae a tal grado que me asusta, me hace sentir  fuera de lugar, como si no perteneciera a este mundo.
A veces, cuando estoy en el jardín, varias vuelan a mi alrededor. Entonces pienso que me anuncian algo, incluso las libélulas se detienen frente a mi y me observan, puedo jurarlo.
No sé de donde salen, ni a donde van cuando desaparecen; solo las contemplo embelesada, hipnotizada por su belleza. Intrigada por su interés hacia mi.
¿Será que están aquí para acompañarme? ¿Las ha enviado Sebastián, para que no me sienta tan sola? 
Eso quiero creer pues nadie salvo mi padre y él, sabían sobre mi fijación y afición por las libélulas.
Lo cierto es que pareciera que su presencia en mi jardín no es casualidad, lo persivo, hay algo más y voy a descubrir que es...
— ¡Kalie,date prisa, tengo una cita en el club y no quiero llegar tarde por culpa tuya, niña!
—¡Ya voy!  —respondo molesta. ¿Por qué tiene que hablarme en ese tono todo el tiempo?
—¡No me grites, mocosa malcriada ! —dice señalándome con su huesudo dedo. Es tan pálida y flaca que estoy segura que si viniera un ventarrón se la llevaría—. No cabe duda que te hicieron falta unas buenas nalgadas,  deberías estar agradecida, si no fuera por mí vivirías en algún orfanato.
—  Lo sé Úrsula, como olvidarlo sino dejas de recordármelo cada diez minutos.
《Tal vez habría sido mejor》,me digo  en silencio.
— ¡Tienes cinco minutos o te irás a pie! —grita de nuevo mientras cierra con fuerza la puerta de mi habitación provocando que uno de mis cuadros cayera, poniéndome furiosa en verdad.
No tengo idea de cómo voy a sobrevivir tres años más a lado de ella y de mi insoportable hermanito. 
Voy a cumplir los dieciséis y esperar para salir de este horrible lugar me hace sentir frustrada.
Todas las noches antes de dormir,  me pregunto:  ¿Cómo fue que mi padre, un hombre bueno y justo, se enamoró de esta mujer tan hueca y vacía?
Al recordarlo siento unas enormes ganas de llorar, lo extraño. Él era un hombre extraordinario, un padre amoroso y atento.
¿Por qué tuvo que morir al igual que mamá? 
Como de costumbre, el día en la escuela resulta poco productivo y mientras el profesor nos da clase, yo imagino un sin fin de posibles lugares donde preferiría estar en esos momentos. Por ejemplo en el jardín, buscando la guarida secreta de las libélulas que me rondan, o en mi habitación pintando algún cuadro o investigando, empapándome de información sobre ellas.
—¿Otra vez perdida en tus pensamientos?  —la voz de Sarah me hace reaccionar , hace un par de meses que llegó a la ciudad. Muy rápido se convirtió en una chica popular en la escuela.
A pesar de eso y de ser muy bonita, vestida siempre impecable, ella es amable y muy alegre. Por raro que parezca me agrada en verdad y de cierto modo el verla me reconforta.
—Hola —respondo sonriéndole.
— Kalie, ¿por qué no intentas relacionarte? ¿Por qué insistes en aislarte del resto?
— No lo sé, simplemente no me nace, ellos no me agradan —digo señalándolos con mi dedo—. Son tan... comunes.
Sarah me mira divertida por la respuesta, sé que de algún modo me entiende. Es como si la conociera de tiempo atrás.
—Por eso te llaman: "La rara"
— Creo que si —ambas reímos ante el comentario.
No me incomoda que me llamen así, por el contrario, creo que me ayuda para marcar límites entre ellos y yo. No tienen que entenderme pero si deben respetarme. 
No soy una chica conflictiva pero si me buscan, me encuentran. 
No me dejo intimidar por nada ni por nadie, respeto y exijo respeto pero si no lo recibo, que se atengan a las consecuencias. 
Me considero tranquila más no tonta ni dejada, y la mayoría lo sabe.
— Anda acompáñame a almorzar, no me gusta comer sola.
— Por favor Sarah, tú nunca estás sola.
No sé como es que nos llevamos bien. Por lo general está rodeada de chicos que la pretenden o de chicas que la siguen como perritos falderos tratando de imitarla.
— Las apariencias engañan  —responde entristecida—. Todos esos chicos solo buscan acostarse conmigo, realmente no les interesa algo mas de mi y, esas chicas que se dicen mis "amigas", solo hablan de modas y frivolidades baratas. Este es un mundo bastante extraño.
— Ahora entiendo porque me agradas —ella sonríe y me mira sorprendida.
— Entonces, ¿te agrado?  —pregunta simulando felicidad.
— Al menos un poco...sí —miento pues extrañamente me cae muy bien.
— ¡Eso es perfecto!  —grita demasiado eufórica por lo que ambas nos quedamos mirando y nuevamente somos presas de un ataque de risa.
Si hay algo que tenemos en común es la honestidad, no nos gusta fingir, somos directas y no nos andamos con rodeos tontos. Sarah es lo poco rescatable de éste lugar.
No con mucho ánimo accedí acompañarla. Me preguntó que quería comer ofreciéndome todo el menú.
Solo acepté una malteada mientras ella se devoró una enorme hamburguesa con papas y un helado de chocolate.
¿Donde meterá toda esa comida en un cuerpo tan pequeño y delgado?
En cuanto el timbre que anuncia el final de las clases sonó, tome mi mochila y salí corriendo sin siquiera despedirme de Sarah. Lo cual me provocó cierto cargo de conciencia, pero tenía prisa, así que me dirigí directo a la parada del autobús.
Quiero aprovechar que estaré sola casi todo el día, Úrsula y Diego, asistirán a una comida de beneficencia como suelen acostumbrar, lo cual me regala varias horas de soledad y paz.
Al bajar del autobús, comienzo una caminata de dos cuadras. Cuando llegué a casa, y mientras abro la reja, soy sorprendida por un numeroso grupo de libélulas, de varios tamaños y colores.
Todas vuelan lentamente hacia mi. Tal vez otra persona saldría huyendo pensando que la atacarían,  yo no. Por el contrario camino directo a su encuentro. Me siento emocionada, demasiado en realidad por lo que observo todo con atención.
— Te estamos esperando  —susurra una muy cerca de mi oído. Tiemblo ante la sorpresa, ¡puedo escucharla!
— ¿A mí? —respondo confundida— ¿Esperándome, para qué?
— Para llevarte a lugar que perteneces —dice otra, una hermosa libélula color verde muy claro, es tan perfecta.
Lo que me ha dicho no logro comprenderlo por completo, sin embargo acepto sin titubear.
Todas me rodean, como si me estuvieran escoltando, y lo que mis ojos ven unos metros adelante me deja maravillada.
Aquella fuente que todo el tiempo ha estado en mi jardín, llena de agua cristalina, comienza a partirse en dos. Y sin derramar gota de agua,  justo en medio de ésta comienza a formarse un bello arcoíris.
Al acercarme más, puedo ver a través de él un bello paisaje con grandes y frondosos árboles y hermosas flores por doquier, además de un gran lago de un tono azul tan intenso que hipnotiza, custodiado por grandes rocas.
Pequeñas y mágicas criaturas viven ahí. Muchas vuelan, otras nadan y otras tantas más caminan y corren por el gran valle. Todo luce tan espectacular que por un momento creo que se trata de un sueño.
— No debes temer, Kalie  —dice una pequeña libélula color azul—, ese lugar que ves ahí, es tu verdadero hogar.
— ¿Mi hogar?  —digo casi en un susurro, todo parece tan irreal— ¿Esto es real?
— Todo lo que tus ojos están viendo, es real. Tu reino te espera, Kalie. Tu pueblo te necesita. Ha llegado el momento de tomar posesión de lo que te pertenece.
Yo escucho y observo todo llena de asombro.
—¿Mi reino? De que me están hablando. ¿Qué se supone que debo hacer?
— Solo debes buscar en tu interior. Las respuestas a todas esas preguntas están ahí y resurgirán muy pronto.
En ningún momento he sentido algún tipo de miedo, por el contrario, puedo sentir como cada fibra de mi ser se eriza de emoción. Todo esto es tan hermoso que me cuesta creerlo. 
《¿Mi reino, ese magnifico lugar?》
Con decisión camino hacia el arcoíris, deslizándome en el, adentrándome a ese mágico sitio, seguida detrás por todas esas fascinantes libélulas... 


NOTA: si quieres leer el siguiente capitulo, búscalo en mi perfil Wattpad 
User: @vane1376
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